de manos
mudas me quedo,
manos huecas
de sentimientos
y llenas del más blanco silencio.
el
silencio de muerte profundo y pacifico,
un
peligro que encanta como sirenas.
y el silencio
me abraza, me envuelve y
a mis
oídos susurra pidiéndome que
con él
yo me vaya.
y así,
como se la mudez fuera parte de su propia naturaleza,
se acostumbran
al blanco de la ausencia de letras,
palabras
y
poemas
estas
manos
que se
olvidaron que un día, más que todo,
les
gustaba hablar.
Foto de Cida Garcia |
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