¿Llegará
el día en lo cual no escucharemos más las dulces voces de hadas?
No lo sé.
Sólo rezo para que este día llegue de manos dadas a la muerte,
como un
gato llega, lleno de sueño, sin hacer barullo al amanecer.
El
tiempo en lo cual seremos solamente hombre y mujer simplemente,
personas
guiadas por la razón y ajenas a toda la fantasía que existe
más
allá del alcance de los ojos. Será un tiempo gris.
A mí no
me gusta aceptar la idea de que este tiempo venga como se
fuera cierto
y trivial. No lo es.
Así,
que todavía siembro semillas de mariposas y estelas,
de
besos y nubes de colores distintas, de abrazos eternos y sabrosos.
Cosa de
niña, tal vez lo sea. Yo sé. Pero así me
encuentro todos los días
con mi
cariño, un niño de ojos verdes y callados que hace mucho tiempo
oye a
los murmullos de hadas conmigo y cree en la posibilidad
del
amor.
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